miércoles, 20 de agosto de 2008


El avión es el más seguro de los transportes pero es que cuando uno de ellos se cae, es la hostia

Olor a tierra revuelta, queroseno, sangre y hierba calcinada. Dos kilómetros cuadrados adornados con chatarra humeante y anatomía humana diseccionada caprichosamente... Todos se desplazan al lugar de los hechos, una traveling del cámara de telecinco a lo largo de los familiares sollozantes, que se vean bien las mujeres regordetas y bajitas que lloran a moco tendido con una buena razón, discursos de mandatarios sobre lo muy bien que se han desplazado los "equipos de emergencia" y la solidaridad de semana y media que dure la noticia en los medios. ¡Incluso la selección española titubea al jugar un amistoso el mismo día! Y es que hoy no hay circo para el pueblo. Hoy nos basta con una fuente rebosante de tragedia en lonchas, bien lejos y con mucho morbo.

¡Joder, si es que me encanta la sangre televisada, que esa la veo, pero la huelo!

El artículo es póstumo, que lo lea Marian, y tenga la gracia de ponerlo el primero para los señoritos/as del blog venidero.