Admito, para empezar, que no soy nadie para criticar la entrevista que emitieron ayer en todos los canales españoles entre Zapatero y Rajoy, más que nada porque me pareció tan triste que no pensé que se merecía mi tiempo. Sin embargo, puedo y quiero criticar que se haya hecho y la manera en que se a hecho.
Es muy típico reirse de los Estado Unidenses, llamandolos "estúpidos"; y más aún de su presidente. Y aun así seguimos imitándolos tanto en la forma de vida como en el ámbito político. Cada vez nos gustan más las hamburguesas que un buen plato de alubias. Cada vez somos más los que preferimos una película americana ( la tipica de una chica enamorada del capitán del equipo del instituto...). Y cada vez nos enganchamos más a la telebasura: programas de salsa rosa, "reality show"s... Asta el punto de llevar a ese tipo de programas al presidente y al líder de la oposición.
No hacía falta ningún programa para oír lo que llevamos oyendo cuatro años. Todos sabemos lo que ofrece cada partido. Sin embargo, parece ser que necesitamos verlos uno frente a otro, diciendose burradas, esperando a ver quién queda humillado. En lugar de preocuparnos de con quién estamos más de acuerdo o con quién coincidimos en más aspectos.
Pero lo peor de haber televisado ese ridículo debate, es que sin que nos demos cuenta estamos volviendonos como los estadounidenses en la política. Porque aunque parece ser que muchos lo tienen olvidado, en España no hay dos únicos partidos. Ese debate no ha sido más que una estrategia (una buena estrategia, eso lo reconozco), para que esos dos partidos ganen votos. Pero la finalidad no era robarse votos el uno al otro, sino al resto de partidos que no fueron representados en ese debate.
Hay una frase hecha que dice: "no tener ni voz ni voto". Todos debemos tener el derecho a ambos, pero como acabamos de ver no es así. Y mientras solo tengan voz algunos partidos de poco nos sirve tener el derecho a voto.
Puede que ese programa resultase interesante para alguna fan de Zapatero o para los afiliados del partido popular. A mí, y seguramente a muchos otros, lo único que me hace es quitarme la esperanza y la confianza en la política.
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