jueves, 8 de mayo de 2008

El error de Reverte


Lo primero, antes de comentar lo que Reverte quiere decir me gustaría comentar el modo utilizado. Reverte siempre se ha caracterizado por esa manera tan singular a la hora de escribir, mostrando toda su cultura en numerosas citas, como podemos leer en este artículo, en el que las referencias al cine clásico y a las grandes actrices clásicas bañan todo el texto, y ala vez demostrando que puede ser más soez que cualquier vecino de un barrio chabolista. Y a veces es posible que este lenguaje pueda parecer gracioso, original en muchas ocasiones, pero en este artículo, quizá por tratar sobre las mujeres y darme por aludida, sus “bromillas” no me hacen ni pizca de gracia. Una cosa es exagerar para dar vidilla al artículo, y de paso, intentar acercar al lector, pero lo que Reverte hace en este texto es faltar al respeto y tratar con un aire despectivo y de desprecio cuando habla de una “torda espectacular” “focas desechos de tienta que pasan junto a nosotros vestidas con pantalón pirata, lorzas al aire y camiseta sudada (…)las infelices” “con tan poca gracia que es como para, piadosamente –¿acaso no se mata a los caballos?–, abatirla de un escopetazo.” por mucho que ni siquiera se refiera a mujeres reales, con las que se haya cruzado de verdad, cualquiera podría sentirse ofendida. Y no puedo menos que llamar a estos comentarios machistas, porque aunque Reverte se caracteriza por llenar sus textos de sorna, dobles sentidos e ironías, siempre hay un límite que no se debería sobrepasar, como llamar a los lectores “imbéciles”. Comprendo que lo más probable es que no tiene intención peyorativa, simplemente es su modo de escribir, su modo de llamar la atención, y al parecer al público le gusta, pues se trata de uno de los autores más exitosos del país, pero a mí, me parece de mal gusto. Quizá algunos me digan que no veo más allá de las palabras Reverte, que me quedo en lo superficial sin llegar a lo que de verdad importa, pero de todos modos, a mí no me gusta el estilo de este artículo.

En cuanto a lo que dice, entre tanto análisis de mujeres de hoy en día, saco la conclusión de que lo que pretende es hacer una crítica a la mujer, a la pérdida de su gracia y encanto de antaño, y proclama que la mujer ha olvidado a ser elegante y natural a la vez, como si la elegancia fuese algo completamente antinatural en las mujeres de hoy en día. La verdad, y sin tener demasiado conocimiento directo sobre el tema porque como quien dice, llevo aquí dos días , creo que idealiza esa elegancia y gracia de las mujeres de antaño. No creo que la situación sea como él la pinta, y creo que exagera cuando se refiere a que todas las eran de las que pisan fuerte. Es cierto que las estrellas de las cincuenta tenían un aire especial y también es cierto que hoy en día se ve ha muchas chicas vestidas de una manera de poco gusto, pero no todo es blanco o negro, y existen infinidad de mujeres con una clase aplastante y una gracia natural enormes hoy en día, tanto en actrices y modelos, Nicole Kidman, Claudia Schiffer, Kim Basinger, Giselle Bundshen, como las mujeres de a pie que hoy en día pisan la acera con más fuerza y gracia que nunca, pues nunca la mujer ha sido tan libre y autosuficiente. Puede que lo que Reverte sienta no sea más que la pura nostalgia por la que cada cinco años se añoran los pitillos de los ochenta o los estampados de los setenta y vuelven a poner de moda, y la manera de manifestar esta nostalgia sea despreciando el presente y exagerándolo. Además, por muy cierto que sea que de vez en cuando se ven “focas desechos de tienta que pasan junto a nosotros vestidas con pantalón pirata, lorzas al aire y camiseta sudada” criticarlo de esa forma me machista y superficial, pues se basa únicamente en el aspecto físico de una persona para injuriarla, como si lo realmente relevante de la mujer fuera su aspecto físico. Cada uno es libre de vestir como quiera, le parezca al señor Reverte elegante y decoroso o no, y si bien todos tenemos derecho a criticar lo que nos parezca, que para algo vivimos en libertad de expresión, que un personaje público y escritor de renombre lo haga haciendo gala de tan poco gusto, de manera ofensiva, sin ofrecer más argumento que el insulto y la grosería y, defendiendo una opinión que, aunque respetable, raya (si es que no lo cruza) lo misógino, me da bastante pena, sobre todo por la repercusión que puede llegar a tener lo que este señor escriba.

El camino de la mujer ha sido largo y duro a lo largo de la historia, doloroso en incontables ocasiones y siempre ha estado condenada a la inferioridad y verse como un simple objeto para el deleite del hombre, siendo doble su función: por un lado, la de ser lavadora-lavavajillas-tostadora-aspiradora y otros cacharros varios, encargada de la supervivencia del hogar, y por otro lado, la de diosa de lo erótico, figura de seducción y objeto sexual. Con la llegada del siglo veinte la situación empezó a cambiar para mejor, sin duda, y la mujer comenzó a revindicar su posición. No sólo eso, sino que, en referencia a lo que se menciona en el texto, allá por los años 30, 40 y 50, sobre todo en la alta alcurnia del mundo del cine, la música, el juego, la actitud de la mujer hacia su sensualidad, hacia su belleza también cambió. Ahora era la mujer la que elegía arreglarse, ponerse guapa para gustarse a sí misma, para jugar al gato y al ratón con el hombre, seduciéndolo pero marcando ella las reglas, un poquito más libre que antaño.

Hoy, en pleno siglo veintiuno, en muchos lugares la mujer tiene el privilegio, o el derecho que se le debe, de ser igual que el hombre, si bien muchos hombres (y algunas mujeres también) intentan evitarlo, intentando ponerla a las órdenes del hombre. El gran ejemplo de ello es la situación laboral. No necesitamos consultar a las estadísticas para saber que la mujer ha cortado las cuerdas que la ataban a pasarse la vida metida en la cocina. Hoy en día son varias las carreras universitarias como arquitectura, biología, medicina, economía, incluso muchas ingenierías, en las que es mayor el número de féminas, lo que demuestra que aquello de que “no todos los trabajos están hechos para la mujer” no es más que un mito. Por ello, podríamos decir que su entrada en el mundo laboral ha sido no menos que ruidosa y llena de energía, si bien son muchos los especímenes que se empeñan en empujarla de vuelta entre las cacerolas. Muestra de ello es que todavía en la mayoría de las empresas las mujeres pueden llegar a cobrar un 20% menos por hacerse cargo de las mismas tareas que un hombre, sin hablar de las trabas que ponen para evitar que una mujer pueda a llegar a tener un cargo importante dentro de una empresa. Este contraste entre las ganas de lograr la igualdad y lo reacia que es una parte de la sociedad es lo recientemente acaecido en el gobierno. Por todos es conocida la decisión de Zapatero de incluir en su gobierno a más ministros que ministras, y lo que es más polémico, a colocar de ministra de defensa a una mujer (que además de mujer es catalana, y al parecer, muy de izquierdas), y a crear un ministerios para la igualdad. Ante estas decisiones las ratas han salido de su madriguera, y de todo el mundo, pero sobre todo de ese universo a parte que forman ABC, la COPE, incluso el diario El Mundo, se han oído comentarios como “¿Qué es eso de integrar a las mujeres en las fuerzas armadas? Quisiera yo saber qué soldado quiere tener de compañero dentro de un carro de combate a una señora que mide 1,65 y pesa 40 kilos”, “no es más que una niñata” “el ministerio de Igualdad es “una auténtica chorrada” que lo dirige una “chica” que tiene como único mérito ser joven y atractiva” lo más curioso, que algunas de estas declaraciones las han hecho mujeres. Luego tenemos a señores como Reverte, que aunque en política se muestren contrarios ha los autores de estas desafortunadas declaraciones, en cuestión de mujeres no está tan lejos de ellos. Porque si bien la mujer en teoría puede elegir su aspecto, no verse obligada a tener que aparentar algo que no es, a pintarse y arreglarse para su marido, sino para sí misma, se ve atacada por ello, criticada por no llevar tacones y escote, (o en su defecto, por llevarlos y ser entonces acusada de furcia) por elegir, aunque sea durante cinco minutos, la comodidad a la elegancia, o ¿por qué no? a elegir una belleza cómoda, natural. El caso es controlarla y vestirla, como si de una muñeca se tratase, al gusto de los demás.

En conclusión, si bien la mujer es más libre que nunca, gran parte de la sociedad, es decir, tanto hombres como mujeres, intenta devolverla a un estatus de inferioridad.


La foto se que no es muy apropiada, intentaré cambiarla, pero quería poner una foto donde saliesemos las chicas de clase, que tenemos un salero y una gracia que ya les gustaría a muchas ;D

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