jueves, 3 de abril de 2008

Desapariciones



Seguramente pensareis que os voy a hablar de desapariciones de personas o de secuestros de niños y niñas –algo que parece estar al orden del día-, pero no, esta vez voy a hablar de unas desapariciones más misteriosas… las desapariciones de material en clase.

Puedes estar tranquilamente en clase usando un bolígrafo azul que al acabar la clase guardas en tu estuche y dejas este sobre la mesa. No haces nada más que darte la vuelta para hablar con el de atrás o te das un paseo por la clase, pero cuando vuelves a tu mesa… ¡sorpresa! Tu estuche ha desaparecido y no hay ni rastro de él, ni de su contenido. Al principio piensas que habrá sido algún amigo tuyo para gastarte una broma, pero cuando vas a reclamárselo te dicen que no han sido ellos. Entonces les respondes que la bromita está empezando a convertirse en algo más que pesada, pero es que en realidad no lo tienen. Vuelves a tu sitio y revisas todo lo del cajón, es posible que se te haya pasado o que se haya caído al suelo, incluso puede estar en la mochila y no te has enterado que lo has guardado ahí. Revisas una y otra vez todo pero sin obtener resultado alguno, solo una afirmación, tu estuche no está. Vuelves donde tus amigos y vuelves a repetir que te devuelvan tu estuche, que ya no tiene gracia, pero ellos te vuelven a responder lo mismo. No te das por vencido y buscas en remotos pajares, debajo de los fardos de libros y la esperanza te da plantón cuando te das cuenta que has encontrado una invisible aguja, pero no el estuche. Y la desesperación te acompaña ahora, “¿Dónde coño está mi estuche?" Tú todavía no te lo crees pero poco a poco empiezas a admitir que te lo han robado. Parece imposible, solo te has dado una vueltilla de 2 minutitos, en la misma clase además, pero como no hayan sido la papelera o la pizarra las que se lo hayan tragado –algo que sinceramente pondría en duda- alguien ha tenido que ser, alguien muy hábil.

Sigo sin entender como existen esos energúmenos que no tienen otro propósito en la vida que la de joder la de los demás robando sillines de bici o estuches, estuches como el mío, donde su loro impreso a dejado de cantar "la cucaracha" en esa tela de tierna textura, por culpa de algún cabrón sin corazón. Podría entender que mangasen algún que otro folio de la mesa de los profesores, que pirateen las pelis o que de vez en cuando se saquen un paquete de pipas o una coca-cola más de las que hayan pagado del videoclub, pero me parece imperdonable que roben un estuche con un par de bolígrafos, un lápiz y una chapa, un estuche cuyo valor en metálico no superará los 4 euros, pero que –aunque uno no quiera- acaba teniendo un valor sentimental.

1 comentario:

Mikel Rodríguez dijo...

ese txorri!!!!!!!!!
muy bueno!!!
lo tengo yo...que no!!!