domingo, 27 de abril de 2008

Pegando tumbos

¿Por qué hablar tanto de la muerte, si solamente la veremos una vez en la vida y encima, después de que nos haya abierto camino al otro mundo, no se acordará de nuestro nombre? ¿Porque hablar tanto de ella, si sólo visita a los que no la esperan y hace esperar a los que desean conocerla? Pensar en su llegada hace que muchos pierdan el equilibrio y vivan intranquilos, expectantes, mordiéndose las uñas, asustándose con cualquier insignificante susurro. Porque la vida no es un juego de mesa y por ello, no es posible retirar las piezas y empezar una nueva partida cuando algo sale mal; hay que avanzar, aunque no tengamos más que cuatro peones; hay que resistir y seguir hacia delante luchando batalla tras batalla, sin rendirse, aunque nos tropecemos con cada piedra del camino y centenares de puñaladas nos impidan respirar con normalidad.

Por desgracia, no es hasta donde queremos llegar, sino lo que nos van a permitir alcanzar. No todo está en nuestras manos, el mundo es quien pone el límite y delimita nuestros movimientos. En mi caso, cada vez veo más crudo mi futuro. Soy medio consciente que mi nota de corte de acceso universitario no va a ser lo suficientemente alta para poder cumplir mi propósito y lo que más me carcome es no haber encontrado aún alguna alternativa. Esa incógnita no para de darme vueltas por la cabeza, rebotando continua y duramente contra un cráneo ya debilitado por los golpes, haciéndome perder toda ilusión por continuar estudiando. Pero como dice el compadre Agus, “así es la vida: por una que le robas ella cuarenta te quita; un juego sin sentido, un juguete del destino, así es la vida” y termina “así es la vida que me a tocado vivir y no me dieron a elegir y me como con patatas lo que tenga que venir”. Y la verdad que, como casi siempre, tiene mucha razón: la tierra sigue girando sin descanso y no podemos abandonar la partida, ni quedarnos quietos por miedo a resbalarnos en un suelo encharcado de lágrimas, de lluvia de desgracias; por precaución a poder abrirnos la cabeza en el golpe. Ante las trabas del camino tenemos que alzar la mirada, sacar pecho y continuar peleando, seguir para adelante, patinando contra corriente, saltando obstáculos, pisando el césped, dejando atrás las movidas, volando por encima del cielo, improvisando, que siempre será mejor que esperar quietos a que el mundo nos conduzca a la perdición. Yo lo intentaré y mientras me tenga en pie no voy a tirar la toalla. Soy consciente que los sueños no se regalan por la cara.

Estas palabras no son más que la representación grafica de miles de ideas que me rondan por la cabeza. Escribir esto le ayuda a uno mismo a conocerse mejor, jugando a descolocar una mente saturada de pensamientos y preocupaciones. Y lo curioso que al final siempre llegamos al mismo punto, a lo que realmente importa, a reconocer lo afortunados que somos por estar vivos y poder vivir, propiamente dicho, con salud, amor y dinero. Porque pese a que nos encontremos flotando en un mar innavegable y no seamos marineros, siempre podremos buscar alguna alternativa a esos quebraderos que nos hacen perder el norte. Si no puedo entrar en Obras Publicas, ya me buscaré otra cosa. Hay que seguir caminando.


No hay comentarios: