lunes, 21 de abril de 2008

Perdóname, porque he pecado

He tenido fe, pero aún no soy completamente feliz, sobretodo cuando pienso en las desgracias que ocurren en el planeta. Observo al mundo y son muchos lo que se encuentran en una situación de miseria rica en penas de quebranto. Padre, es que tu gracia sólo a los poderosos y adinerados has repartido, a esos a los que tu enviado bendice constantemente. Muchos madrugan, pero ¿a cuántos tienes la bondad de ayudar? Si existes de verdad y eres consciente de las injusticias que ocurren, ¿por qué no te levantas de tu trono y te manifiestas? Multiplica los peces y los panes en África y no los ríos de sangre, arrebátales las armas a los militares y dales vino sagrado, para que festejen la paz en vez de luchar. Encierra bien con llave en tu secreter esos traspapelados huracanes y temblores, que tanto daño han hecho a poblaciones de mínimos recursos y condena con tu ira a los que con su egoísmo fuercen, sembrando vientos, el maléfico cajón.

Perdóname Señor, pero he tenido fe y así seguimos… Me he percatado que muy pocos son los cristianos de conducta admirable. Como esos misioneros que esparcen su caridad por el mundo, cuya felicidad es directamente proporcional al bienestar de otros. Pero los demás, son solamente cabezas de un negocio milenario, vendidos a políticos –o al revés–, a los que les importa un carajo las victimas del SIDA y que continúan condenando el uso del “diabólico” preservativo –mientras al mismo tiempo, invierten en la industria de los anticonceptivos. Discúlpame, porque he incumplido el primer mandamiento sagrado cuestionando tu existencia. Pero la cuestión es que si al hombre lo creaste a tu imagen y semejanza, ¿cómo eres realmente? Muchas preguntas y ninguna respuesta.

En mi interior hay una fuerza, probablemente sea eso que llaman alma, que me mueve a tener fe en algo estratosférico, irracional, inhumano. Pero si le pregunto a mi cabeza de bachiller tecnológico, su posición es más bien la contraria… pero tiene dudas. Entontes recurro a mi corazón, que me dice qué acaso no creemos en otras sensaciones abstractas y que no son visibles ni palpables como el amor. ¿No han provocado guerras de caballos ciertas relaciones amorosas? En ocasiones el amor es muy peligroso y perjudicial. Pero a todos nos gusta creerlo y disfrutarlo cuando caemos en sus garras. Por ello se debe de respetar las creencias de cada individuo, creo yo, mientras claro, estas no quebranten las libertades de nadie. A partir de hoy no voy a rezar más, para no tener la necesidad de creer en algo que ahora desprecio. Ya lo se que acabaré yendo al infierno, pero aunque sea no pasaré frío en invierno.


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