martes, 29 de abril de 2008

Máscaras

Mucha gente lo critica, lo llama cobardía, lo llama máscara de la verdad.

No puedo negarlo: es evidente que, para muchas personas, es lo que significa. Algo con lo que acercarse a una idílica belleza física a la que aspiran, una forma de ocultar unos defectos que los acomplejan. La posibilidad de disimular variaciones desfavorecedoras, de cubrir aquellas facetas de nuestra imagen que menos nos atraen.

Sin embargo, creo que no es justo tacharlo de simple engaño; el buen maquillaje es un arte, y que una persona adecuadamente maquillada puede mejorar su aspecto es algo irrefutable. Y no sólo hablando de mejorar, sino camuflar, cambiar, disfrazar. De la misma forma que nos cortamos el pelo de estilos diferentes por querer aires nuevos, yo uso a menudo el maquillaje para conseguir un efecto u aspecto determinados, para investigar, para entretenerme. Ya no se limita a la imagen que pueda dar o dejar de dar ante los demás, sino la que deseo conseguir frente a un espejo. Es como poder interpretar el papel de un guión que se puede cambiar con facilidad cada día, a placer. No lo uso ya como un método de introducirme en una sociedad que busca el vacío y la falta de personalidad de la homogeneidad plástica, sino como un artificio mediante el cual, al igual que un camaleón, cambiar el modo en el que los demás la ven a una misma. Vestirse de diferentes personalidades, tal como hiciera Grenouille, creación de Patrick Süskind, con los perfumes. Y por ello es el arte de manejar los pinceles faciales algo sumamente divertido.

Y desde luego, para nada superficial. Se puede experimentar el poder que supone el saber que has ayudado a ver con nuevos ojos a gente que no se valora, convertir a amigas en caricaturas de dibujos animados, transformar el carácter de una mirada por una tarde o noche en más de una ocasión. Y todo ello, con decenas de colores, dedicación, tiempo, y ante todo, imaginación y ganas. Arte.


En mi opinión, el maquillaje es más que una simple capa de hipocresía; es una de las herramientas que, sin jugar contra la naturaleza, nos permite paladear la satisfacción de sentirnos, en cierta forma, creadores.

Una forma de interpretarse a uno mismo. Y una forma de reinterpretar a los demás.


1 comentario:

Adrián dijo...

Es una máscara más con todo lo que ello conlleva