Ya ven, queda lejos aquel Bilbao gris que veíamos en las fotos, muy lejos. Aquellos emigrantes que venían en busca de trabajo y se alojaban en las faldas del monte Artxanda, con la intención de hacer dinero y volver al pueblo. Los astilleros que cambiaban el paisaje de la ría con sus grandes barcos, y aquellas grúas que cargaban y descargaban sin cesar. Lejos quedaron aquellos años de trabajo y de contaminación. Lejos.
El Bilbao del siglo XXI, amanece cada mañana con ganas de mejorar, convirtiéndose en una ciudad metropolitana, como se aprobó en el plan territorial parcial en 1993, en las que se marcaban las líneas generales para la recuperación del gran Bilbao. Y parece ser que Bilbao progresa, no hay mas que dar un paseo por Abandoibarra y fijarse en la gente, turistas y más turistas, y esta Semana Santa, las calles del corazón de Bilbao, han estado abarrotadas.
Caminas por la ciudad, por la orilla de la ría, y sientes algo especial, ves como los puentes, los magníficos puentes unen las dos orillas, oyes un sonido, es el tranvía recorriendo la ciudad y miras al cielo y encuentras a parte de lluvia, como en esta ocasión, las torres Isozaki, que te sitúan en Tokio, porque no… y sigues caminando, que si una foto por aquí, otra por allí, y llegas al museo, al gran museo, que lo acompaña la araña y un magnifico puente que de la entrada a Bilbao, Zubiarte, las siete calles, el Euskalduna… y llegas a la Carola, recuerdos del pasado. Que ciudad, que orgullo.
Y ahora es cuando pienso en todos aquellos, que no apostaban por la recuperación de Bilbao, en todos aquellos que perdieron la esperanza en el progreso. Sigo pensando en los que no querían que los astilleros se cambiaran de sitio, los que no querían la construcción de el Guggenheim, ni un tranvía, ni metro… pienso en ello, y les digo con todo el orgullo que Bilbao a prosperado gracias a ello, y hoy en día se encuentra entre las 150 ciudades mas turísticas del mundo.
Así que con orgullo digo “Yo de Bilbao”.
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