jueves, 13 de marzo de 2008

El profesorado


Muchos estamos de acuerdo en que la raíz de la mayoría de los problemas de la sociedad reside en la educación. Sin embargo, a la hora de elegir las carreras me ha llamado mucho la atención las contestaciones de muchos. "¿Estudiar matemáticas? ¡Para Qué! ¿Para ser profesora?". La verdad es que no se de qué acabaré trabajando, tal vez sea profesora, o tal vez no. Pero una amiga que se plantea estudiar magisterio ha oído comentarios parecidos.

La realidad es que la profesión de los profesores esta infravalorada.

Para empezar, el sueldo de un profesor es inferior al que puede llegar a aspirar un empresario. Por ello, muchos estudiantes de bachillerato se ven atraídos por ingenierías, económicas, arquitectura... Una razón para que esto ocurra puede ser la siguiente: un mal empresario no gana dinero y acaba dedicándose a otro oficio; pero un mal profesor puede seguir ejerciendo su trabajo tranquilamente. Por ello se cree que ser profesor es algo a lo que cualquiera podría aspirar, cuando la realidad es muy diferente. Lo que ocurre es que hay gente que no sirve para la enseñanza ejerciendo este oficio.

Dejando a un lado el asunto económico, la importancia de que un profesor sea bueno es mayor del que algunos creen. Un buen profesor debe disfrutar enseñando su materia, porque sólo así hará sus clases entretenidas y su asignatura interesante. Sin embargo, se ha generalizado la idea de que para ser profesor basta con tener un mínimo de conocimientos para después "soltar el rollo" delante de la clase. El problema es, que puede llegar a ser un trabajo muy fácil y de poco esfuerzo, limitándose a leer la teoría del libro y corregir ejercicios.

Además, socialmente, es mucho más enriquecedor que el trabajo de un oficinista. Ya que al tratar con personas siempre se aprende y se llena uno más que delante de una pantalla. Pero esto, parece ser que interesa poco en una sociedad que tiene como único interés conseguir el mayor dinero posible.

No es mi intención criticar ningún otro tipo de empleo, simplemente me gustaría que no se clasificasen por sus sueldos. Y por otro lado, exigir de algun modo a los profesores que se implíquen lo suficiente en su trabajo. Porque aunque algunos les infravaloren y puedan llegar a no creerlo, tienen parte del futuro en sus manos. Porque el futuro somos nosotros, no un edificio, ni un ordenador, ni una máquina; sino nosotros, las personas.

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